¿Ayuda el consumo de estas sustancias a paliar un
déficit
emocional? Esta misma pregunta se ha hecho el Grupo de Investigación en
Estrés y Salud (GIES) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
Para responderla llevó a cabo una investigación, en la que analizaron la
posible relación entre la inteligencia emocional y el consumo de tabaco
y cannabis entre 133 estudiantes de psicología de la UAB, con una edad
media de 21,5 años.
El
término inteligencia emocional podría definirse como la capacidad de
percibir, comprender y regular las porpias emociones y las de los demás
con el fin de ser capaz de distinguirlas y utilizarlas para encauzar los
pensamientos y las acciones posteriores. Esta capacidad está compuesta
por cuatro factores:
- Percepción de las
emociones. Implica la comprensión de las señales no verbales como el
lenguaje corporal y las expresiones faciales.
-
Razonamiento emocional. Consiste en utilizar las emociones para promover
el pensamiento y la actividad cognitiva, ya que por su poder de
focalizar la atención en determinados asuntos, ayudan a priorizar.
-
Comprender las emociones. Las emociones que percibimos pueden tener una
gran variedad de significados, por la diversidad de causas que pueden
provocar una misma emoción.
- Manejo de las
emociones. Capacidad de gestionar las emociones, tanto en el control
propio, como en la regulación de éstas en los demás.
Una
de las ventajas de desarrollar este tipo de inteligencia, es aprender a
interactuar con los demás, así como hacer frente a un mundo social y
cultural en constante cambio, con mayor eficacia. Por lo que sería
beneficioso, un entrenamiento en habilidades sociales, ya que no solo
incluyen la comprensión y el uso de las convenciones sociales, sino que
también incorporan la capacidad de entender el "curiculo oculto", la
forma en que los demás se comunican e interactúan, la reciprocidad y la
capacidad de establecer relaciones interpersonales. Cuatro son las
secciones claves:
- Autoestima y autoconocimiento
- Comunicación interpersonal y resolución de conflictos.
- Orientación laboral
- Educación intercultural y ciudadanía europea.
Según
la investigación, los alumnos que habían comenzado a fumar, ya sea
tabaco o cannabis, a una edad más joven y que fumaban regularmente estas
sustancias, obtuvieron puntuaciones más bajas en las cuestiones
relacionadas con la regulación emocional; parece ser que el
mantenimiento del consumo, ayudaría a compensar este déficit emocional.
El
nivel de comprensión emocional también parece estar relacionado con el
consumo ocasional del cannabis, ya que puntuaron más bajo en esta
categoría. Los jóvenes que comprenden claramente las emociones que están
experimentando, junto con las situaciones en las que aparecen, son también los que consumen menos cantidad de cannabis.
El estudio sin embargo, no reveló ninguna relación entre la percepción emocional y el uso de estas sustancias.
Estos resultados nos hacen ver la importancia de poseer buenas habilidades para comprender y reparar las emociones negativas, así como las habilidades para mantener o prolongar durante más tiempo las emociones positivas; demostrando que las competencias personales son un elemento clave en la adaptación a las demandas del entorno, por lo que una educación temprana disminuiría en gran medida los inicios en el consumo de sustancias.
Olga García
No hay comentarios:
Publicar un comentario